Hoy os queremos hablar de una Doctora muy especial.
Gracias a mi trabajo he podido conocerla en persona, y me cautivó.
Desprende una energía increíble, a sus 94 años. Puede ser que muchos no hayáis oído hablar de ella, de hecho yo hace muy poquito que la descubrí, Mª Teresa Guardiola.
Estudió Medicina, Cirugía y Ostetricia en Barcelona; y por amor se fue a vivir a Venezuela, donde trabajó en un montón de proyectos. Aunque dedicó muchísimo tiempo a la investigación, práctica y observación del efecto que producía en el cuerpo la ingestión de alimentos y como las combinaciones de los mismos guardaban un equilibrio entre sí.
Ha escrito muchos libros, pero hoy os quiero hablar de la Nueva Técnica de Alimentación. Donde podéis encontrar dietas, información de alimentos, formas de comer... Ella hablaba el otro día de la importancia de comer crudo. Remarcaba bien que el comer ensalada no es comer atún, huevo duro, etc; comer ensalada es comer verde, hojas verdes todos los días. También nos habló de como tenemos que comer, de qué manera sentarnos, el agua que debemos comer entre la comida (nada), la importancia de hacerlo tranquilamente, sin distracciones, sin tv, a ritmo sloooooow, marcando los tiempos.
También nos habló (y me encantó) de los cajoncitos psicológicos. De como es de importante cerrar los cajones que vas abriendo a lo largo del día, la importancia de la desconexión. De estar en el sitio presente en cada momento, de aparcar los problemas y también las alegrías. Vivir el momento, el aquí y ahora.
Os dejo con una entrevista que le hicieron en La Vanguardia, seguro que os gustará:
Cuando una señora de 93 años te da cita un sábado ¡antes de las ocho de la mañana! no
puedes decirle que no. Cuando, además, esa mujer carismática lleva a cuestas una historia
increíble y todavía está en activo, recibiendo pacientes en una consulta donde "ya no puedo
dar ni una hora más", entonces la cita se convierte en una sabrosa fuente de incógnitas.
¿Cómo aguanta ese ritmo a su edad? "Porque separo muy bien los tiempos; cuando estoy en
una actividad desconecto del resto. El secreto es ese: no arrastre los problemas, no los lleve
con usted todo el día, aprenda a aparcarlos". ¿Por qué no se jubiló? "Sentía que tenía una
responsabilidad con mis pacientes, mientras me reclamen no voy a dejarlos solos..."
Fue una niña curiosa y espectacularmente lista. "Tenía una memoria de elefante, eso sí".
Nacida en 1919, a sus 16 años su padre tuvo que firmar un permiso para que la niña
estudiara más allá de lo que le correspondía por edad. "Estudié Medicina en Barcelona en
época de guerra y entré como interna en el hospital Clínic. Entonces, si tenías capacidad para
hacer dos cursos en uno, te dejaban". Hizo la carrera ¡en 3 años y medio!
"Pero se instaló el Generalísimo y consideró que aquello eran estudios rojos. Los anuló. Me
dieron la oportunidad de revalidar". La doctora Guardiola ha aprendido a convertir los malos
recuerdos en plácidas anécdotas y por eso mientras confiesa que aquello fue "el primer golpe
fuerte de mi vida", esboza una sonrisa socarrona. "Andaba yo hundida cuando uno de mis
mentores me dijo: pues haz obstetricia". A ella no le gustaba eso para nada, ella quería ser
cirujana. "Pero ya ve, hija, me tocó hacer partos..."
Maria Teresa se levanta cada día a las seis de la mañana, toma un zumo de
naranja, dos tostadas con manteca de cacahuete ("yo era de tortilla de
patatas, pero abusé") y leche de avellana. Luego se dirige a su consulta y a las 7
ya está confesando pacientes. Así durante 35 años. "Una primera visita, para
que sea completa, como Dios manda, debe ocuparte una hora y media".
Se fue de Catalunya por culpa -o gracias- del amor de su vida. El chico en cuestión debía
casarse, por conveniencia, con la vecina de las tierras de al lado, "pero me prefirió". "En mi
casa no querían verlo ni en pintura. Ellos soñaban con que yo me casara con un médico, como
mi padre... Pero yo era muy terca". Decidieron escaparse. Se casaron en secreto -"a la boda
sólo asistieron mis hermanas y alguna paciente mía porque con 20 años, yo ya tenía
consulta- Mi madre ni vino". Había que buscar otra tierra más prometedora, "pero todas las puertas se nos cerraban". Intentaron irse con un colectivo que quería vivir con tribus del Orinoco. Nada.
El destino quiso que Maria Teresa coincidiera con una paciente venezolana que le abrió
camino hasta su país. Una vez afincada, conocería en una cena a una mujer "con la que
rápidamente se estableció mucho feeling". Resultó ser la supervisora general de los
hospitales de Venezuela. Otra vez la providencia. En 1948 la doctora Guardiola creaba la
primera escuela de Enfermería de Tachira.
De un día para otro se convirtió en la organizadora de la sanidad pública de la región. "En el
hospital Vargas me recibieron como a un ministro y yo no estaba segura de poder organizar
todo aquello. Pero, ¿sabe? en la vida no hay nada que te espabile más, que te haga valiente,
como la necesidad".
Llaman por teléfono. Ya no puede dar más horas de visita. Recibe pacientes de todos los
rincones de Catalunya, de España, de América... "incluso tengo dos de Shangai que vienen
una vez al año a visitarse". La doctora Guardiola, que en noviembre pasado todavía se bañó
en Blanes, reconoce en el mar su segunda pasión. "A mi edad, algo de braza o espalda y sales
nueva". Un baño energético y, para comer, una ensaladita cruda, un zumo y algo de pescado
blanco -"que deja menos residuo"- porque en dietética el gran error occidental, dice, es
mezclarlo todo. "¿No se dan cuenta de que eso que hacemos por Navidad, escudella i carn
d'olla, es una bomba?"
¿Y su marido qué hizo en Venezuela? Jefe de mantenimiento del hospital. "Se daban
situaciones surrealistas, allí dan mucho valor al sexo. Algunas chicas me decían: 'Trabajas
muuucho y tu marido está soliiito, yo me he ofrecido a éeel...' ¿A usted también la
perseguían? "¡Uf! Los médicos locos me invitaban a fiestas y decían: 'aunque venga con su
marido ya nos perderemos por un caminito'.
A su edad todavía conduce. No le parece un despropósito. "Cojo el coche y me voy a casa a
comer con mi marido y luego... una siestecita". Tras ese descanso, de vuelta a la consulta.
¿Hasta qué hora? "¡Qué pregunta! Hasta que se acaba el trabajo, no sé, las 8, las 9...". Vuelta
a casa y desconexión. "Entonces cierro el cajón de problemas. ¡Es la hora de mi marido, le
dedico a él la cena, la palabra, la noche! No pienso en nada más. La fórmula de durar en
pareja es mucho cariño y no dar demasiadas explicaciones".
Han intentado robarle su teoría de los cajones psicológicos, esa que te obliga a respirar hondo
ante un conflicto y abrir o cerrar convenientemente cada pensamiento. "Cuando cierres uno
de esos cajones de problemas ya no lo abras hasta el día siguiente porque ningún problema se resuelve de noche, dando vueltas en la cama". También han plagiado sus libros, "algo infame".
Tras seguir su formación en el White Memorial Hospital de Los Ángeles, en 1961 pasó a ser
su responsable de Higiene y Nutrición. "Tuve un accidente brutal, caí por un barranco y -
tras un coma- pude quedarme en silla de ruedas, pero el poder mental es definitivo. Lo veo
cada día: el que quiere salir del hoyo, sale". De vuelta a España fue responsable del
departamento de Ginecología y Obstetricia del hospital del Mar de Barcelona. "Hoy se
agobian con nada.
¿Crisis? Crisis fue la guerra ¡y salimos adelante! ¿Que tenías que hacer tres horas de cola
para un pan? Pues aprendías a hacer ganchillo para aprovechar la espera".
Se define como abuela fantasma y madre fantasma "porque trabajé muchas horas, pero sé
que ellos valoran mis razones. Los he querido mucho y, si me necesitan, saben que allí
estoy".
Hace un par de meses salió su último libro (en Cel i Terra, passeig Sant Joan, 30), "Los hago
porque un día me voy a ir".
Morirse sólo es irse de viaje a otro país
No teme morir. Le brillan los ojos, hermosos y en paz, mientras lo dice. "Morirse sólo es irse
de viaje a otro país. ¿Miedo de qué? ¿Sabe usted qué le ocurrirá esta noche? Igual no
despierta. Lo que tengamos que afrontar ya lo haremos cuando llegue el momento, pero
antes no se apure. Por eso a un paciente terminal lo cuido, lo mimo, pero ya no le hago más
pruebas estresantes e innecesarias". Creyente pero no practicante, la doctora Guardiola
reconoce que aunque no quiere claudicar en su actividad, cuando al final del día -tras su
sopita de tomillo- se mete en la cama, siempre piensa: "¡Al inventor de este trasto habría
que hacerle un monumento!".
Feliz Fin de semana!
By ElisabetSlow